lunes, 21 de junio de 2010

De tabúes y consumo animal


"En la fuga, en el descanso, cuando dio a luz, o mordisqueando maíz, la suya continuaba siendo una cabeza de gallina, la misma que fuera desdeñada en los comienzos de los siglos.
Hasta que un día la mataron, se la comieron y pasaron los años."



Jakata huatay hallita mikyna yquipac. Frase en quechua que, desde el imperio Inca, rezaba: "Cría el cuy para que alimentes bien". El cuy, especie de roedor de la familia Caviidae originario de la Cordillera de los Andes, es un animal doméstico por excelencia en Europa y Estados Unidos -se conoce popularmente como cobaya o conejillo de indias-. Lo curioso del cuy es que, además de mascota, es un típico alimento en Ecuador. Su carne, rica en proteínas y baja en grasas, es sana ya que su crianza se hace directamente en las casas de los campesinos, pero no como todos imaginarían: el animalito convive en el mismo espacio doméstico de las familias que lo crían. Lo que los hace permeables a convertirse en víctimas de sus dueños es el hecho de que no reciben un nombre, lo que les otorga cierto grado de anonimidad.
Pero el consumo del cuy, cuya domesticación data de antes de la conquista española, comenzó a aumentar desde la década del '80, cuando el Ministerio de Agricultura del Ecuador inició un proyecto de modernización de su crianza y producción que se proponía el aumento de su consumo familiar y su mayor inserción en los mercados locales y regionales.
El cuy, además, tiene un significado social y simbólico: los campesinos no comen cuy a menudo, sino que su consumo se da en ocasiones especiales, sean ceremonias religiosas, eventos sociales y familiares significativos, incluso durante procesos de curación de ciertas enfermedades como la bronquitis y a lo largo del proceso de gestación del bebé en mujeres embarazadas. El antropólogo argentino Eduardo Archetti se dedicó al estudio del caso del cuy en la sierra ecuatoriana, en el que explica por qué su consumo no entra en contradicción con su estatuto de animal doméstico: "El cuy es un animal doméstico pero su muerte no es fuente de dolor, al estilo de la muerte trágica e inesperada del perro o gato de familia sino, por el contrario, instrumento de una celebración y de un ritual". Y agrega: "Mi interpretación es que en estas ocasiones 'ilícitas' que rompen ciertas reglas o ciertos tabúes, la solución parece ser la ritualización excesiva".
Pero así como el del cuy, existen casos opuestos, en los que la carga simbólica o ritual que porta un determinado animal lo convierte en tabú alimentario. Sin embargo, el antropólogo estadounidense Marvin Harris aclara que dicha carga simbólica "no expresa la adhesión de la sociedad a una abstención cultural arbitraria, sino que refleja cómo dicha sociedad resuelve la relación entre los medios de los que dispone y las necesidades que tiene".
Es así que aporta un claro ejemplo: el del carácter sagrado de las vacas en la India. El consumo de ganado bovino en la India septentrional durante el primer milenio antes de Cristo era común. Luego, la población aumentó, los bosques se redujeron y el estilo de vida de semipastoreo fue reemplazado por formas de agricultura intensivas y por la explotación lechera del ganado. De esa manera se limitó el consumo de carne: mediante el ordeñe y la producción de cereales y vegetales se podía alimentar a mucha más gente. Harris explica: "Así, el tabú de carne vacuna es el medio más ventajoso de garantizar la reproducción material de los hombres. La sociedad selecciona los medios menos costosos posibles para obtener la mayor cantidad posible de bienes para la subsistencia. En este sentido, estamos frente a un comportamiento racional".

Pero no todos corren la misma suerte que las vacas originarias de la India. Si no, pregúntenle a los cuyes del Ecuador o a la gallina del relato de Clarice Lispector.

Por Laura Spiner.

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