lunes, 5 de julio de 2010

Papiloma humano, muy extendido pero poco conocido

"Nunca había sentido tantas ganas de encontrarla; de besarla; de contarle acerca de esa lluvia tan hermosa que había visto; de besarla nuevamente; de hacerle el amor; de mirarla, mirarla nada más, mientras ella dormía".


Al momento de hablar de enfermedades de transmisión sexual (ETS), la palabra que primero brota del imaginario social es SIDA. Pero existen muchas otras de las cuales no se habla tanto, como son la gonorrea, sífilis, clamidia, herpes genital, tricomoniasis y papiloma humano. El virus que provoca esta última, conocido como VPH, es bastante más frecuente y contagioso que el VIH, y se ha extendido mucho durante las últimas décadas, hasta el punto de salir publicadas en algunos medios notas que afirman que la mitad de las jóvenes de entre 21 y 30 años están o estuvieron alguna vez infectadas por él. Pero, a pesar de abundar información al respecto, no siempre es certera y, además, es escaso el conocimiento que la gente tiene sobre el tema, sus modos de contagio, su detección y sus consecuencias. Es por eso que la aprobación de una ley de Educación Sexual en todos os colegios del país resulta imprescindible.
Los VPH son virus comunes que pueden causar verrugas, aunque no todos lo hacen, y esa es la razón por la cual no son fácilmente detectables. Algunas personas pueden padecer la enfermedad sin darse cuenta y es por eso que los especialistas recomiendan consultar periódicamente al médico para poder descubrirla a tiempo. Existen más de 100 tipos de ese virus, que pueden ser plantares, vulgares o genitales. La mayoría son inocuos pero 30 de ellos pueden provocar cáncer, tanto de pene como de ano y de cuello uterino -el 90 por ciento de los casos de este tipo de cáncer es causado por esta enfermedad-.
Una nota que publicó Clarín en abril de este año presenta el testimonio de Silvina Valente, tocoginecóloga del Hospital de Cínicas, quien afirma que os chicos empiezan a tener relaciones antes de los 14 y que "la incidencia se da porque la población todavía no adquirió la conducta del cuidado". Sin embargo, Valente no advierte que el uso de preservativos, aunque reduce de manera considerable, no elimina el riesgo de contraer o contagiar el VPH. Según Rubén Spiner, médico de planta del Servicio de Dermatología de Hospital Ramos Mejía, "existe una cepa que no se transmite por contacto sexual, sino directo, y es por eso que el uso de profilácticos no es 100 por ciento seguro en estos casos".
Hace algunas décadas, cuando se detectaban verrugas en la región perianal, se pensaba que la única explicación era abuso sexual. Spiner, que dice atender -tanto en el hospital como en su consultorio privado- a varias personas por semana con verrugas generadas por el VPH, sostiene que ya no se considera válida la causa de abuso sexual. Además, "puede darse tanto en parejas homo como en heterosexuales", tanto en hombres como en mujeres, a pesar de que hace un tiempo se creía que las relaciones sexuales lésbicas no eran riesgosas en términos de contagio.
En cuanto al sexo femenino, cuando las verrugas no se manifiestan, la única manera de detectar la enfermedad es a través del Papanicolau (PAP). M., una ama de casa que prefirió no revelar su identidad, cuenta: "Un par de meses después de tener a mi segunda hija, me lo detectaron cuando me hice el PAP. Tenía neoplasia intraepitelial cervical (en el cuello uterino) y me la quemaron con criocirugía". Y ella es uno de los casos en los que la transmisión no fue por vía sexual: "Mi marido no estaba infectado así que supongo que me lo habré contagiado en el momento del parto, en el Hospital Italiano". Una vez infectada de VPH, la persona puede volver a padecer la enfermedad, debido a que queda en estado latente: "Es por eso que desde entonces me hago control ginecológico cada seis meses", afirma M.
Al tener en cuenta que los métodos anticonceptivos de barrera no son del todo efectivos, se hizo mucho hincapié en la inyección de vacunas para prevenir esta enfermedad. Los laboratorios que comenzaron a fabricarlas tomaron provecho de las deficiencias de los preservativos y salieron a defender el suministro de tales vacunas para evitar papilomas que puedan desembocar en un futuro cáncer. Sin embargo, Spiner observa: "Las vacunas no protegen de todas las cepas del virus, es cara y debe aplicarse antes de haber tenido relaciones sexuales por primera vez". Además, las vacunas pueden generar cierto sentimiento falso de seguridad e incrementar las conductas de riesgo.
Lo curioso es la postura de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que considera que la forma más eficaz de prevenir la infección por VPH es retrasar el inicio de las relaciones entre los jóvenes. Es decir, proponen soluciones imposibles de llevar adelante. Y, encima, no tienen en cuenta que, por más que se retarde la entrada a una sexualidad activa, los adultos también se contagian, y no sólo por vía sexual.
A pesar de que la información abunda -tanto en la web como en los medios y en anuncios de entidades como la OMS-, no se percibe que tal abundancia se haya dispersado por la conciencia de la población. Por eso es necesario que se apruebe aquel proyecto de ley de Educación Sexual que, a causa de prejuicios arcaicos de instituciones como la Iglesia Católica, se mantiene aún estancado en el Congreso.

Por Laura Spiner.

lunes, 28 de junio de 2010

Ante la ley. De Franz Kafka.

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián y solicita que le permita entra en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.

-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora... (para seguir leyendo, clickeá aquí...)

domingo, 27 de junio de 2010

Hipócritas, ladrones y mentiros II

El abuso de poder puede adoptar muchísimas formas. Desde las torturas en la cárcel de Guantánamo, pasando por los 30.000 desaparecidos, las bajadas de línea editorial en los diarios, las horas extra laborales impagas y hasta el absurdo precio que impone un mecánico para arreglar un radiador. En el cuento Ante la ley, Kafka denuncia, no solo el abuso de poder, sino la burla de éstos hacia el débil. El campesino, honrado y humilde, intenta “entrar” a la Ley, mientras que ésta, no solo le prohíbe el paso, sino que la inescrupulosa burocracia del stablishment, (un tema común en la obra del escritor checo), confunde y da esperanza al campesino, quien termina sentado, esperando, y por ende, malogrando su vida en pos de algo que, de antemano, la Ley sabía que no iba a otorgarle.
La ley y el campesino –cualquier similitud con el marxismo No es pura coincidencia-, forman una metáfora en la que los actores pueden variar pero el significado será siempre el mismo: el abuso de poder y la marginalidad a la que son sometidos los que menos tienen.
Hoy por hoy, el campesinado quedó, prácticamente obsoleto. También esa figura casi dictatorial de poder (aunque sigan existiendo algún que otro caso aislado). Hoy quien manda es la empresa; y los excluidos son los locos, los pobres, los inmigrantes, (pobres también, obvio). Pero particularmente en este mes, el mundo está en Sudáfrica y la representación de la Ley del cuento de Kafka podría trasfigurarse en la Federación Internacional de Fútbol Asociado; FIFA, para los amigos.
Joseph Blatter sonríe. Se sienta en los cómodos palcos calefaccionados del Durban Stadium. Gira su cabeza, saluda, se para, intercambia palabras con algún empresario. Vuelve a sentarse y charla con un colaborador sobre el éxito de Sudáfrica 2010. “La FIFA siempre apoyó a Sudáfrica, aún cuando todos creían que no iban a llegar con los tiempos”, se jacta, casi socarronamente. Blatter mira su reloj. Faltan cinco minutos para que finalice el partido. “¿Cómo van?”, pregunta en voz baja. Brasil y Portugal acaban de empatar 0 a 0. El mundial es un éxito.
A pesar de que es la primera economía de un continente, Sudáfrica sigue siendo un país pobre, y los ejecutivos de la FIFA están más preocupados por obtener suculentas ganancias que por realizar un buen mundial en lo deportivo o por hacer realidad esa (falsa) premisa de que el mundial -como los Juegos Olímpicos- brindan al país organizador un crecimiento económico importantísimo.
Los contratos secretos que exigen Blatter y sus secuaces, así como las extensiones impositivas que piden, más las restrictivas normas que afectan a los sponsors y proveedores hacen del Mundial un espectáculo turbio, que deja un gran agujero en la economía, en este caso, sudafricana, y que no podrá subsanarse con el prometido crecimiento del turismo internacional.
Y mientras las entradas se agoten, las camisetas se vendan, se tome la cerveza oficial y se soplen las molestas vuvuzelas (que también son merchandising FIFA), el circo del mundial seguirá su curso por un mes, sin importar siquiera que la pelota ruede por el césped.
Por Álvaro Ithurbide

lunes, 21 de junio de 2010

Una gallina, de Clarice Lispector

"Era una gallina de domingo. Todavía vivía porque no pasaba de las nueve de la mañana. Parecía calma. Desde el sábado se había encogido en un rincón de la cocina. No miraba a nadie, nadie la miraba a ella. Aun cuando la eligieron, palpando su intimidad con indiferencia, no supieron decir si era gorda o flaca. Nunca se adivinaría en ella un anhelo.
Por eso fue una sorpresa cuando la vieron abrir las alas de vuelo corto, hinchar el pecho y, en dos o tres intentos, alcanzar el muro de la terraza. Todavía vaciló un instante -el tiempo para que la cocinera diera un grito- y en breve estaba en la terraza del vecino, de donde, en otro vuelo desordenado, alcanzó un tejado. Allí quedó como un adorno mal colocado, dudando ora en uno, ora en otro pie. La familia fue llamada con urgencia y consternada vio el almuerzo junto a una chimenea."(Para seguir leyendo, pulsá aquí).

De tabúes y consumo animal


"En la fuga, en el descanso, cuando dio a luz, o mordisqueando maíz, la suya continuaba siendo una cabeza de gallina, la misma que fuera desdeñada en los comienzos de los siglos.
Hasta que un día la mataron, se la comieron y pasaron los años."



Jakata huatay hallita mikyna yquipac. Frase en quechua que, desde el imperio Inca, rezaba: "Cría el cuy para que alimentes bien". El cuy, especie de roedor de la familia Caviidae originario de la Cordillera de los Andes, es un animal doméstico por excelencia en Europa y Estados Unidos -se conoce popularmente como cobaya o conejillo de indias-. Lo curioso del cuy es que, además de mascota, es un típico alimento en Ecuador. Su carne, rica en proteínas y baja en grasas, es sana ya que su crianza se hace directamente en las casas de los campesinos, pero no como todos imaginarían: el animalito convive en el mismo espacio doméstico de las familias que lo crían. Lo que los hace permeables a convertirse en víctimas de sus dueños es el hecho de que no reciben un nombre, lo que les otorga cierto grado de anonimidad.
Pero el consumo del cuy, cuya domesticación data de antes de la conquista española, comenzó a aumentar desde la década del '80, cuando el Ministerio de Agricultura del Ecuador inició un proyecto de modernización de su crianza y producción que se proponía el aumento de su consumo familiar y su mayor inserción en los mercados locales y regionales.
El cuy, además, tiene un significado social y simbólico: los campesinos no comen cuy a menudo, sino que su consumo se da en ocasiones especiales, sean ceremonias religiosas, eventos sociales y familiares significativos, incluso durante procesos de curación de ciertas enfermedades como la bronquitis y a lo largo del proceso de gestación del bebé en mujeres embarazadas. El antropólogo argentino Eduardo Archetti se dedicó al estudio del caso del cuy en la sierra ecuatoriana, en el que explica por qué su consumo no entra en contradicción con su estatuto de animal doméstico: "El cuy es un animal doméstico pero su muerte no es fuente de dolor, al estilo de la muerte trágica e inesperada del perro o gato de familia sino, por el contrario, instrumento de una celebración y de un ritual". Y agrega: "Mi interpretación es que en estas ocasiones 'ilícitas' que rompen ciertas reglas o ciertos tabúes, la solución parece ser la ritualización excesiva".
Pero así como el del cuy, existen casos opuestos, en los que la carga simbólica o ritual que porta un determinado animal lo convierte en tabú alimentario. Sin embargo, el antropólogo estadounidense Marvin Harris aclara que dicha carga simbólica "no expresa la adhesión de la sociedad a una abstención cultural arbitraria, sino que refleja cómo dicha sociedad resuelve la relación entre los medios de los que dispone y las necesidades que tiene".
Es así que aporta un claro ejemplo: el del carácter sagrado de las vacas en la India. El consumo de ganado bovino en la India septentrional durante el primer milenio antes de Cristo era común. Luego, la población aumentó, los bosques se redujeron y el estilo de vida de semipastoreo fue reemplazado por formas de agricultura intensivas y por la explotación lechera del ganado. De esa manera se limitó el consumo de carne: mediante el ordeñe y la producción de cereales y vegetales se podía alimentar a mucha más gente. Harris explica: "Así, el tabú de carne vacuna es el medio más ventajoso de garantizar la reproducción material de los hombres. La sociedad selecciona los medios menos costosos posibles para obtener la mayor cantidad posible de bienes para la subsistencia. En este sentido, estamos frente a un comportamiento racional".

Pero no todos corren la misma suerte que las vacas originarias de la India. Si no, pregúntenle a los cuyes del Ecuador o a la gallina del relato de Clarice Lispector.

Por Laura Spiner.

lunes, 14 de junio de 2010

La esperanza. De Villiers de L´Isle Adam

Al atardecer, el venerable Pedro Argüés, sexto prior de los dominicos de Segovia, tercer Gran Inquisidor de España, seguido de un fraile redentor (encargado del tormento) y precedido por dos familiares1 del Santo Oficio provistos de linternas, descendió a un calabozo. La cerradura de una puerta maciza chirrió; el Inquisidor penetró en un hueco mefítico, donde un triste destello del día, cayendo desde lo alto, dejaba percibir, entre dos argollas fijadas en los muros, un caballete ensangrentado, una hornilla, un cántaro. Sobre un lecho de paja sujeto por grillos, con una argolla de hierro en el pescuezo, estaba sentado, hosco, un hombre andrajoso, de edad indescifrable. (Para seguir leyendo, clickeá aquí...)

Hipócritas, mentirosos y ladrones.

Eppur si muove. El sábado 12 de junio, mientras la Argentina vencía 1 a 0 a Nigeria en su debut mundialista, el Papa Benedicto XVI realizaba en Roma un histórico mea culpa en donde pedía perdón a las víctimas que fueron abusadas sexualmente por miembros de la Iglesia Católica. El Sumo Pontífice prometió “hacer todo lo posible para que semejante abuso no vuelva a suceder jamás”.
Eppur si muove. En el año 1633 la Santa Inquisición condenaba y procesaba al astrónomo italiano Galileo Galilei por, entre otras cosas, comprobar empíricamente la teoría heliocéntrica -formulada por el polaco Nicolás Copérnico casi un siglo antes-, que se oponía a la teoría geocéntrica de la Iglesia, y, por ende, marcaba un quiebre en el paradigma ciencia-religión.
Eppur si muove (y sin embargo se mueve), se dice, (falsamente), que Galileo espetó luego de ser procesado por la Inquisición. La Tierra, a pesar de la censura, seguía moviéndose alrededor del Sol. Un siglo más tarde, el entonces Papa Benedicto XIV, (no es coincidencia con el actual), autorizaba las obras sobre la teoría heliocéntrica, cuando ya era indefendible la teoría de que la Tierra era el centro del universo. Tarde como siempre, la Iglesia Católica de hoy, bajo el reinado de otro Benedicto, reconoció los abusos sexuales cuando las acusaciones por pedofilia llegaban hasta el mismísimo Sumo Pontífice. Antes del perdón del venerable líder religioso católico, los casos de abuso sexual para la Iglesia eran simples desviaciones. Y antes de eso, ni siquiera se los atendía. Pero a pesar de la mirada al costado, los abusos, como la rotación terrestre, existieron. Eppur si muove
La influencia del Vaticano no es la misma que en la época de la Santa Inquisición. Mejor dicho. Hoy por hoy, el Vaticano influencia, manipula. La Iglesia en la Edad Antigua y Moderna, ordenaba y decidía. En el siglo XIX, son muchos los que ordenan y deciden. Desde la ONU, Estados Unidos o China, hasta la FIFA, que en junio de 2010, se convirtió la máxima autoridad del planeta gracias al Mundial que se está jugando en Sudáfrica. Y mientras los ojos del mundo están posados en el continente más olvidado de la historia, el Sumo Pontífice, con sabiduría pícara, decidió hacer ese histórico mea culpa mencionado anteriormente. Fue aplaudido por un público de 15.000 fervorosos sacerdotes.
¿Se puede esperar algún cambio en la máxima autoridad religiosa? ¿Puede, un Papa alemán al que se lo vincula con el nazismo, que está abiertamente en contra de la homosexualidad y del uso del preservativo, estar turbado y pedir perdón? ¿Puede, un Sumo Pontífice que viene del Opus Dei, la rama más conservadora –y rica- del cristianismo, sentirse genuinamente conmovido? Puede. Puede estar conmovido y arrepentido en nombre de la Iglesia. Sin embargo… ¿Es creíble ese arrepentimiento? Definitivamente no.
La pérdida de credibilidad de la Iglesia Católica, y por ende, su posicionamiento como faro que “guía a la humanidad”, es parte de una mirada obsoleta y conservadora del mundo que no cambió en sus 2.000 años de vida. Y mientras las máximas autoridades religiosas sigan mirando a la humanidad con los mismos ojos que en el Siglo XV, el mundo, como comprobó Galileo Galilei, se mueve, con o sin la anuencia del Vaticano. Eppur si muove.



Por Álvaro Ithurbide

lunes, 7 de junio de 2010

Colinas como elefantes blancos. De Ernest Hemingway.

Del otro lado del valle del Ebro, las colinas eran largas y blancas. De este lado no había sombra ni árboles y la estación se alzaba al rayo del sol, entre dos líneas de rieles. Junto a la pared de la estación caía la sombra tibia del edificio y una cortina de cuentas de bambú colgaba en el vano de la puerta del bar, para que no entraran las moscas. El americano y la muchacha que iba con él tomaron asiento a una mesa a la sombra, fuera del edificio. Hacía mucho calor y el expreso de Barcelona llegaría en cuarenta minutos. Se detenía dos minutos en este entronque y luego seguía hacia Madrid...(para seguir leyendo, clickeá aquí)

domingo, 30 de mayo de 2010

Arterias porteñas, por Laura Spiner


"El encuentro de todos los viernes por la mañana había llegado. El lugar de citación era siempre el mismo, ya por costumbre, ya porque debía ser allí.
El horario de salida de mi casa también era minuciosamente respetado: a las 9:12 a.m. empezaba mi aventura cotidiana con la búsqueda de las llaves, las cuales me rehusaba a colgar en los ganchitos del souvenir de madera traído por mis tíos de Pinamar, ya por capricho, ya por el seductor desafío que implicaba encontrarlas todos los días en un sitio distinto." (Para seguir leyendo, pulsá aquí.)

Opinión: Falsas propuestas


Se acercan las elecciones, se acercan las promesas del gobierno porteño. El Ministerio de Desarrollo Urbano ya anunció que, a fines de este año, se inauguraría la estación Corrientes de la línea H del subte -sólo una de las siete estaciones que se pensaba tener terminadas-. También se informó que, para 2011, se inaugurarían las estaciones Echeverría y Juan Manuel de Rosas (línea B), y Flores y San Pedrito (línea A). Sin embargo, es evidente que, más allá de las razones electorales, al macrismo no le interesa llegar a los diez kilómetros de recorrido por año que había prometido en 2007, en plena asunción.
"Está previsto para este año una inversión récord", sostuvo hace poco Daniel Chaín, ministro de Desarrollo Urbano porteño. También un informe oficial asegura que el gobierno actual aumentó el monto de inversión en obras con respecto a administraciones anteriores.
Sin embargo, en una nota para La Nación, el legislador de Igualdad Social e integrante de la comisión Obras y Servicios Públicos de la Legislatura porteña, Martín Hourest, afirmó: "En el ejercicio de 2009, dispuso para obras 136 millones de pesos, 31 por ciento del presupuesto que tenía. Y no es, entonces, que el dinero les faltó, sino que no fue ejecutado, según los datos provistos por el propio Ministerio de Desarrollo Urbano". Además, estaciones cuya construcción estaba en marcha quedaron casi inmovilizadas entre abril de 2009 y enero pasado.
En cuanto a la línea H, la página del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aporta datos sobre sus distintos tramos. El B es el que comprende Caseros-Once y está en funcionamiento desde 2007. Pero la información sobre el A2 (Parque Patricios-Hospitales) ya quedó obsoleta: afirma que "la obra, de 1.21 Km., tiene prevista su inauguración para el primer semestre de 2009". Recién ahora se encuentra en su etapa final, aunque la ciudad prevé terminarlas recién para 2012.
Respecto al tema de los subtes, evidentemente, las promesas de Macri demostraron ser, como tantas otras, sólo parte de un discurso demagógico con aspiraciones electoralistas. Queda claro que tiene que estar próximo el advenimiento de las elecciones para que el macrismo demuestre que hace algo productivo. Y, siguiendo el razonamiento lógico, para que ocurriera eso durante toda su gestión, debería votarse para jefe de Gobierno cada seis meses.



Por Laura Spiner

martes, 25 de mayo de 2010

Patrón de espera, de Juan Villoro

"Estoy tan a disgusto con la realidad que los aviones me parecen cómodos. Me entrego con resignación a las películas que no quiero ver y la comida que no quiero probar, como si practicara un disciplinado ejercicio espiritual. Un samurái con audífonos y cuchillo de plástico. Suspendido, con el teléfono celular apagado, disfruto el nirvana de no tener nada qué decidir. La aviación es eso para mí: una manera de posponer los números que pueden alcanzarme". (Para seguir leyendo, pulsá aquí).

domingo, 23 de mayo de 2010

Instinto animal


"Los gatos son sismólogos anticipados. Las gatas se quedan en casa, en especial las de angora. Eso nos habían dicho. Sin embargo, Única ha huido dos veces, sin terremoto de por medio.
“Tal vez registra temblores emocionales”, bromeó Clara en el teléfono."


"Siempre que se inicia un incendio, los gatos se agitan con una especie de moción divina, que aquellos que los tienen observan, descuidando el fuego". Quien afirmaba esto no era Juan Villoro que, en su cuento Patrón de espera, habla de las capacidades de los gatos para predecir catástrofes -fueran o no emocionales-. La frase es del historiador y geógrafo griego Heródoto y, como deja traslucir, la idea del poder predictivo de esos felinos tiene unos cuantos siglos de antigüedad. Incluso los egipcios les atribuían un carácter divino y los consideraban un símbolo de las fuerzas magnéticas de la naturaleza. Pero, en la actualidad, no sólo a los gatos se les atribuye un "sexto sentido": la historia ha demostrado que, cuando de catástrofes naturales se trata, muchos animales pueden percibir su advenimiento con días de anticipación.
En enero de 2005, se produjo un tsunami que arrasó el Parque Nacional de Yala en Sri Lanka. Murieron 200 personas y ningún animal. El director de la Oficina de Protección de la Naturaleza de Sri Lanka, H.D. Ratnayake, le había dicho, sorprendido, a la prensa: "En un territorio lleno de cocodrilos, jabalíes, búfalos, monos leopardos liebres y 200 elefantes no falleció ni siquiera un conejo".
Aunque aún los científicos no acuerdan sobre lo que les ocurre a los animales en estos casos, una de las teorías afirma que antes y después de los sismos, partículas voladoras con carga positiva -los denominados aerosoles- estimulan en su cerebro la producción de serotonina, lo que provoca ansiedad y angustia. Pero los expertos también aclaran que la lluvia podría impedir la percepción de ecos, ondas o aerosoles en la atmósfera, razón por la cual los miembros de la fauna no siempre detectan a tiempo una catástrofe. Y otra hipótesis -quizás un poco menos ortodoxa- es la que afirma que la telepatía es un don presente en todos los animales y que el hombre lo perdió cuando desarrolló el habla.
Son diversas la maneras en que los animales manifiestan sus predicciones metereológicas. Las vacas, en determinadas ocasiones, se tienden en el piso ante la inminencia de una tormenta eléctrica. Esto se puede explicar por la capacidad de sus cuernos de captar las descargas primarias que anteceden a esas tormentas. También, un emisora local de un pueblo de Estados Unidos basa su pronóstico del tiempo en el comportamiento de unas cabras de la región: si, a la mañana, están en la parte alta de la colina, con seguridad no lloverá. Y de la misma manera se comportan ciertas aves como las golondrinas, ya que son muy sensibles a los cambios de presión, lo que las hace volar más alto o más bajo, según la ocasión.
Casos puntuales como el de Sri Lanka son numerosos a lo largo de la historia. En 1775, el filósofo Immanuel Kant detectó cómo una gran cantidad de gusanos salían de sus escondites cerca de Cádiz (España). Ocho días después se produjo, en Portugal, un terremoto. Lo mismo ocurrió en Parkfield, California, el 25 de junio de 1966, pero con serpientes de cascabel. Y, para datos más recientes, el año pasado, en la ciudad de L'Aquila (Italia), se produjo un terremoto que dejó 294 muertos y alrededor de 1500 heridos. Sin embargo, los sapos de la zona presintieron el seísmo y abandonaron el lugar cinco días antes de que se produjera. Tres días antes ya habían desaparecido todas las parejas de sapos y no se encontraron huevos frescos en el lugar.
Sólo resta que se elaboren teorías y sellegue a consensos en la comunidad científica en cuanto a por qué los animales tienen esa capacidad de la que los seres humanos carecen y en cuanto a cómo pueden percibir el advenimiento de catástrofes. Pero, aunque ninguno prevea las de índole emocional -como la gata Única, creada por Villoro-, que los miembros del reino animal tienen ese don de anticipar las naturales, es indiscutible.
Por Laura Spiner.

domingo, 16 de mayo de 2010

El Jardín, de Juan Rodolfo Wilcock

"El viejo está todo vestido de blanco, porque hace calor; pero sus ropas están gastadas y bastante sucias. Por otra parte, aunque estuvieran nuevas y planchadas, igualmente le colgarían de los huesos, como le cuelga la piel gris y amarilla de las mejillas y el cuello; incluso la nariz está contraída, signo de muerte, y los ojos vidriosos ya no tienen expresión..." (Para seguir leyendo, cliqueá aquí...)

¿Qué pasa ahí dentro?


"El viejo ha apoyado el brazo enjuto en el hombro de la niña, y con la mano le acaricia los pezones incipientes; la niña chupa el caramelo, verde como los lentes de un emperador. El hombre moribundo dirige la mirada hacia las piernas de su compañera, una mirada no vacía sino grave y blancuzca, saliente y casi separada del cuerpo; y poco a poco, con la otra mano, levanta la pollerita plisada."


"Le pagaba tres pesos por su silencio". Así dice la volanta de una nota publicada esta semana en el medio digital Cadena 3.com, que se refiere a la situación comprometida en la que se ve envuelto un abuelo que violaba a su nieta de 7 años en la ciudad de Córdoba. La semana pasada se realizaron las pericias, que posibilitaron la obtención de pruebas concluyentes para demostrar que el hombre abusaba de su nieta, que debió ser intervenida quirúrgicamente por las lesiones que presentaba.
Cuando saltan al conocimiento público este tipo de casos, la reacción habitual es preguntarse "¿Qué le pasa a esta gente por la cabeza?". Numerosos expertos y psiquiatras de todas partes del mundo han intentado develar el misterio que, si bien derivó en algunas explicaciones, no llegó a esclarecerse aún.
Según una nota publicada en El mundo de España -en Argentina escasea información al respecto-, para los especialistas no es posible prevenir la pedofilia, con base biológica en el 70 por ciento de los casos -el otro 30 por ciento son los que fueron niños abusados-. Pero ni siquiera hay acuerdo respecto de estas cifras: numerosos expertos afirman que no hay, en la pedofilia, factores genéticos implicados.
Además, aún se sigue discutiendo la posibilidad de medicar a los pederastas para inhibir su deseo sexual. "El hecho de que sean hombres casi siempre indica la influencia de la testosterona", afirma el autor del libro Neurobiología de la Agresividad Humana, David Huertas. Por eso, explica que usando antiandrógenos se consigue disminuir los impulsos y el deseo. El gran problema es que tienen que ser tomados toda la vida y, según la legislación española, de forma voluntaria, lo que implica un gran obstáculo para su efectiva concreción.
Sin embargo, los especialistas creen que con la castración química no es suficiente: si los victimarios son psicópatas, es inútil la utilización de fármacos que inhiban el deseo sexual. Algunos, para convencerse de su "correcto comportamiento", alteran su pensamiento: "Se dicen a sí mismos que a los niños les gusta que les toquen, que no hay nada de malo en ello, que es otra forma de cariño", asegura Santiago Redondo, profesor de Psicología y Criminología de la Universidad de Barcelona, en una nota del diario El País.
Un caso en Argentina que atestigua ese autoconvencimiento es el del psicólogo Jorge Corsi, acusado de pedofilia y de formar parte de una red pederasta. En una entrevista para el diario Perfil realizada en febrero de 2009, había dicho: "Delito es el abuso o la corrupción de menores. Ni soy abusador, ni nunca he sido pedófilo ni hebéfilo. ¿Puede ser que un chico que haya sido abusado hasta el día anterior, haya tenido una relación de amistad con el que se supone que fue su abusador?".
Pero un grave problema para la profundización del conocimiento sobre la pedofilia es la existencia de publicaciones que instalan el mito de que la pedofilia se asocia a la homosexualidad. Estudios demuestran que, en Estados Unidos, el 83 por ciento de las víctimas de abuso sexual fueron agredidas por parejas heterosexuales de sus parientes. Además, hay padrones de pedofilia en la relación heterosexual sobrinas-tíos.
Aunque aún no haya certezas en cuanto al conocimiento de la pedofilia a nivel psicológico y al modo en que se debería tratar, lo que sí es cierto es que en Argentina, según una nota del diario La Nación de agosto del año pasado, la pedofilia crece en Internet, "al amparo del anonimato" de los chats. Lo curioso es que muy pocos casos han sido conocidos públicamente, como el de Corsi o el del Padre Grassi -que, aunque fue condenado a 15 años de prisión, aún sigue en libertad y con el permiso de la Justicia para estar en contacto con los chicos de la Fundación Felices los Niños-. Muchos casos de pedofilia se mantienen escudados por el anonimato que permite Internet. Muy pocos saltan a la luz y, muchos menos, son expresados a plena luz del día, como el del cuento de Wilcock.

Por Laura Spiner

sábado, 15 de mayo de 2010

jueves, 13 de mayo de 2010

lunes, 10 de mayo de 2010

La muestra de la espada rota, de G.K. Chesterton

Cuento elegido de la semana
"Grises se veían los millares de brazos de aquella selva; plateados sus millones de dedos. En un cielo de pizarra verde azulosa, las frías y lúcidas estrellas resultaban briznas de hielo. Toda aquella tierra, tan feraz y poco habitada, aparecía como endurecida bajo la tenue escarcha. Los huecos negros que alternaban con los troncos de los árboles semejaban cavernas negras e infinitas de aquel despiadado infierno escandinavo, infierno de insoportable frío. Aun la piedra cuadrangular de la torre de la iglesia parecía ser cosa de origen septentrional y de carácter pagano, cual si fuera una torre bárbara entre las rocas marinas de Islandia. Mala noche para venir a explorar el camposanto de la Iglesia. Pero tal vez valía la pena." (Para seguir leyendo, pulsá aquí).

domingo, 9 de mayo de 2010

Crónica: Ironías de la vida

Un domingo cualquiera, una familia pasea animadamente, conversa, se sorprende. Llaman, con una media sonrisa, a uno de sus hijos, que correteando se había alejado de ellos. Más allá, un guía organiza a un grupo de turistas alemanes y estadounidenses, que no dejan de sacar fotos, comentar y escuchar las leyendas que les son contadas. Cerca de un árbol, una mujer sentada cómodamente en un umbral, se abstrae con las historias de Edgar Allan Poe. Doblando en la esquina, en donde el sol golpea suavemente, un muchacho de no más de 30 años descansa en un banco. Nada de esto parece fuera de lo común en un domingo cualquiera, si el lugar físico fuese un parque, alguna explanada, o hasta un museo. Sin embargo, toda esta escena sucede en simultáneo en un cementerio.
El Cementerio de la Recoleta se convirtió en uno de los puntos turísticos más importantes de la ciudad de Buenos Aires. Inaugurado en el año 1822 durante el gobierno de Martín Rodríguez, la necrópolis resguarda las tumbas de, entre otros, Eva Duarte, el premio Nóbel Luis Federico Leloir, los escritores Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares, Oliverio Girondo y José Hernández, la actriz Blanca Podestá y hasta del célebre Martín Karadagián. Además, se pueden encontrar las tumbas y mausoleos de las familias más pudientes de la Buenos Aires del Siglo XX, y hasta quizá, si se busca bien, la cripta de Sir Arthur Saint Clare.
Conformado como una pequeña ciudad, con calles, árboles y hasta una avenida que desemboca en la entrada principal, el mayor atractivo del Cementerio de la Recoleta, y al cual le debe su fama, son las bóvedas. Como un museo, los edificios que protegen a los muertos son obras arquitectónicas, adornadas con simbolismos, ángeles, cruces y vírgenes, dignas de un museo de arte.
Una mujer intenta espiar por la rendija de uno de los mausoleos. Los niños corretean entre tumbas y los huesos ocultos de los muertos. Es probable que el arte haya eclipsado la natural aversión hacia los cementerios. Es probable, también, que las historias contadas por los guías turísticos hayan clarificado el aire pútrido que se respira por entre las tumbas. O que las charlas y las risas hayan opacado el lapidario silencio que oprime el pecho cuando se ingresa a estos lugares. Pero más bien, parecería que en este lugar, la vida y la muerte se reconocen parte de un mismo signo.

Por Álvaro Ithurbide

domingo, 2 de mayo de 2010

Los ojos suicidas, de Álvaro López Ithurbide

Especial del mes: el cuentista inédito

"Las palabras migran como las aves o mueren ahogadas en el olvido. Aunque en el peor de los casos, son acuchilladas por los poderosos de turno. Este último fue el final, en mayor o menor medida, de palabras como “imaginación”, “desaparecer”, “duranar”, “curar” y, no se sabe bien porqué, “jaguar”. El verbo “duranar” en particular, tuvo una de las muertes más notorias y más rápidas. Adjetivos como “duranado” o “duranante” fueron prohibidos por el gobierno de turno a la semana de haber tomado el poder, y pronto la atemorizada población olvidó su significado. Fue por esta razón que me sorprendió cuando, en un café frente a la estación de trenes de Belgrano, escuché el vocablo venir desde el fondo, dos mesas más allá." (Para seguir leyendo pulsá aquí)

Opinión: Revisionismo histórico y otras yerbas.

“…Nos quedamos mirándonos unos segundos, hasta que finalmente me levanté, la tomé de los pelos y la tiré boca abajo contra el piso del café. Entre gritos y llantos logré esposarla y vendarle los ojos, mientras un camión oficial frenaba en la puerta del bar para llevársela.”


Durante la historia de la humanidad, prácticamente todos los pueblos del mundo sufrieron gobiernos totalitarios y absolutistas. Empezando por el Imperio Romano hasta en la historia reciente del denominado Tercer Mundo, hubo muertes, desaparecidos y presos políticos en nombre de una ideología, proceso, o como quieran llamarle. Y aunque la mayoría de los estados, en este nuevo siglo, superaron estos gobiernos, para intentar volver a la teoría del filósofo británico John Locke -quien cree que el individuo solo puede realizarse en una sociedad, y que esa sociedad (o pueblo), debe ser soberano- la historia es cíclica. Y si hoy en día los imperios son, más que nada económicos, (como el famoso y nefasto G8), en algunos países tercermundistas (y no tanto), siguen existiendo algunas sobras de estas tiranías.
No hace falta aclarar que tanto en Cuba, como en China, Corea del Norte, Guinea, Nepal o Pakistán, y muchos países de África (como Libia, Zimbawe, Sudán y Mauritania), son gobernados por un régimen totalitario, y si bien, no son comparables a las clásicas dictaduras militares que gobernaron Latinoamérica en la década del 70, a la Alemania nazi o a la Rusia stalinista, son claros ejemplos de un gobierno que cercena las libertades de los individuos. Sin embargo, la clásica mirada subjetiva (intentando que sea empírica, pero solo de la superficie), de los países más poderosos, (que dicho sea de paso, cercenan las libertades económicas de los países emergentes), escapa a la coyuntura histórica. El Gobierno Popular Chino parece ser la única forma de gobernar un país que cuenta con casi dos billones de habitantes. La Revolución Cubana en 1959, marcó, no sólo a Cuba, sino al resto de Latinoamérica con respecto a su sometimiento ante Estados Unidos. Para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos, diría alguno.

Siglo XXI. 28 de junio de 2009. El teniente coronel Rene Antonio Herpburn Bueso toma el poder por la fuerza y el Congreso nombra a Roberto Micheletti como presidente interino de Honduras, desplazando al presidente constitucional Manuel Zelaya. La aventura duró un par de meses. El 29 de noviembre se llamó a elecciones, resultando ganador Porfirio Lobos, del conservador Partido Nacional de Honduras.
El Golpe de Estado en Honduras pareció fuera de tiempo. La vuelta a la democracia en la década del 80 y el giro hacia la izquierda o centro-izquierda de la mayoría de los gobiernos en Latinoamérica, provocaron, no sólo una reacción de incredulidad en el resto de los países, sino también, para los gobiernos latinoamericanos, la oportunidad de demostrar su posición y su condena a ésta forma de gobierno. Una posición que está yuxtapuesta, o que se vierte, de un revisionismo tuerto por parte de los mismos y de gran parte de la sociedad.
El 9 de diciembre de 2008, la presidente Cristina Fernández de Kirchner viajó a Moscú para firmar acuerdos de colaboración con su par ruso Vladimir Putin. Durante esa vista, la mandataria argentina alabó las revoluciones socio-políticas que sucedieron en suelo soviético. Unas 5 millones de personas fueron ejecutadas o murieron presas en los gulags durante el gobierno de Iósif Stalin. Algunos creen que fueron más. La vida en los denominados gulags como relata el escritor ruso Alexander Solzhenitsyn en el libro Archipiélago Gulag, es similar (o peor), a la que sufrieron los judíos en los campos de concentración nazi. Más cercano a nuestra época, y también en otro gobierno comunista, el escritor cubano Reinaldo Arenas tuvo que exiliarse de la Cuba de Fidel para poder publicar sin ser censurado por su calidad de homosexual..
Más allá de lo burdo de estos ejemplos, y de la acertada (y tan esperada), condena de los gobiernos latinoamericanos actuales a las dictaduras militares, la corrección política hace que el revisionismo histórico tenga una sola mirada. Si una persona condena la censura, la represión, los asesinatos y los presos políticos, ¿por qué se elogia tanto una dictadura y se critica tanto a la otra? ¿Una persona puede censurar o matar en nombre de la izquierda pero no en nombre de la derecha, o viceversa? ¿La condena de la sociedad no debería ser por igual?
En casi toda Latinoamérica las políticas populistas crean, (siempre lo hicieron), antagonismos. Diferenciarse del gobierno anterior y marcar contrastes con la oposición siempre fue el caballito de batalla electoral de cualquier gobierno. Y en la Argentina, particularmente, esa antinomia es parte de la idiosincrasia: en un país de absolutos, de Boca versus River, de peronistas versus radicales, de clase baja versus clase alta… Salvando las distancias, ¿no crecería la nación como sociedad, si se condenara, o al menos investigara, a las guerrillas de izquierda de la década del 70, de una forma similar a como se condena a la dictadura?

La historia es siempre la misma. Siempre existieron gobiernos que cometieron abusos contra aquéllos que juraron proteger. Siempre existieron imperios que gobernaron el mundo, y que luego cayeron estrepitosamente. Siempre existieron naciones sometidas que dejaron de serlo, para realizarse como nación soberana, como bien dice Locke. Pero es imposible avanzar como sociedad, si no se juzga la historia con la misma balanza.

Por Álvaro Ithurbide

"Ausencias", muestra de Gustavo Germano (febrero de 2008)

sábado, 1 de mayo de 2010

EXpresiones EXtintas

"Las palabras migran como las aves o mueren ahogadas en el olvido. Aunque en el peor de los casos, son acuchilladas por los poderosos de turno. Este último fue el final, en mayor o menor medida, de palabras como “imaginación”, “desaparecer”, “duranar”, “curar” y, no se sabe bien porqué, “jaguar”."

"Dar cháguara", "a lo bachicha", "ser un fanfurriña". Frases que, probablemente, los jóvenes de hoy desconozcan su significado. Y no es cuestión de ignorancia: tales expresiones dejaron de ser usadas y su destino fue la extinción. ¿Perpetua? Nadie lo sabe. Expertos de las letras aseguran que existe la posibilidad de que las extintas frases reaparezcan y sean retomadas en el uso de las nuevas generaciones, debido a que está probado que eso ya ocurrió.
Este tipo de frases y otros más fueron retomados por el Diccionario fraseológico del habla argentina, una iniciativa de la Academia Argentina de Letras que se editó este año. En él se recopilan, también, unidades fraseológicas de uso regional -en el Litoral "hacerse la rabona" significa lo que, para los porteños, se entiende como "ratearse", que en San Juan se dice "hacerse la chupina", y en Salta "hacerse la yunta"- y expresiones que, con edad bicentenaria, siguen siendo usadas, como "andar a capa caída".
Pero los creadores del diccionario desestimaron la inclusión de frases acuñadas por los más jóvenes por su carácter efímero: comprobaron que desaparecen antes de los tres años de empleo. De esta manera, no estarían incluidos modismos como "A re", "tipo que", "cualquiera", entre otros.
Tampoco aclaran que hay muchas viejas frases que, si siguen siendo empleadas, es porque sólo los ancianos las mantienen con vida: "estar en la pomada", "tirar la cadena", "ver el noticiario". Ellas están ausentes en el vocabulario cotidiano de jóvenes y adultos.
Y hay otras que eran utilizadas por la clase media y alta de las décadas del '60 y '70 pero que ya no se usan más: decir "pardos" a la gente de piel oscura y de bajos recursos económicos, o "mersa" a los poco cultos, son algunos ejemplos.
Palabras van, palabras vienen, algunas perduran, otras tienen corta duración. Quizás palabras como "imaginación", "desaparecer" o "curar", prohibidas según Los ojos suicidas, algún día desaparezcan -sea a causa de los poderosos de turno o no-. Y, tal vez, luego de un tiempo, vuelvan a emerger a la superficie del flujo oral cotidiano de las personas. Nadie lo puede saber. Nadie lo puede decir, aún.

Por Laura Spiner.

domingo, 25 de abril de 2010

No se culpe a nadie, de Julio Cortázar

Cuento elegido de la semana

"El frío complica siempre las cosas, en verano se está tan cerca del mundo, tan piel contra piel, pero ahora a las seis y media su mujer lo espera en una tienda para elegir un regalo de casamiento, ya es tarde y se da cuenta de que hace fresco, hay que ponerse el pulóver azul, cualquier cosa que vaya bien con el traje gris, el otoño es un ponerse y sacarse pulóveres, irse encerrando, alejando. Sin ganas silba un tango mientras se aparta de la ventana abierta, busca el pulóver en el armario y empieza a ponérselo delante del espejo." (Para seguir leyendo pulsá aquí).

De Freud a Cortazar




"(...) ahora a las seis y media su MUJER lo espera en una tienda para elegir un regalo de CASAMIENTO (...) el azul le va envolviendo la boca mojada, los agujeros de la nariz, le gana las mejillas, y todo eso lo va llenando de ANSIEDAD y quisiera terminar de ponerse de una vez el pulóver sin contar que debe ser tarde y su mujer estará impacientándose en la puerta de la tienda. (...) como si la mano izquierda fuese una RATA metida en una jaula y desde afuera otra rata quisiera ayudarla a escaparse (...) y ve las cinco uñas negras suspendidas apuntando a sus ojos, vibrando en el aire antes de saltar contra sus ojos, y tiene el tiempo de bajar los párpados y echarse atrás cubriéndose con la mano izquierda que es su mano (...) donde solamente haya un aire fragoroso que lo envuelva y lo acompañe y lo acaricie y DOCE PISOS".

Si el personaje del cuento de Cortázar se hubiera presentado en el consultorio de Sigmund Freud, seguramente el reconocido neurólogo habría diagnosticado neurosis obsesiva. De esta enfermedad -hoy más conocida como Trastorno Obsesivo Compulsivo- el fundador del psicoanálisis se valió con la intención de profundizar sus estudios sobre el inconsciente.
Fue así que, en El análisis de un caso de neurosis obsesiva (1909) -más popular como "El caso del hombre de las ratas"- Freud relata detalladamente las características del cuadro de un joven paciente, Ernst Lanzer, en quien, sin dudas, Cortázar se inspiraría, casi medio siglo más tarde, para escribir No se culpe a nadie.
El caso de Lanzer es sumamente interesante, además de ser uno de los cinco más conocidos de entre los investigados por Freud. Cuando Ernst visitó al psicoanalista, admitió haber padecido, durante los últimos cuatro años de su vida, miedos injustificados respecto a su padre y su novia, además de impulsos suicidas.
Freud, de esta manera, indagó en su pasado y se encontró con el hecho de que los síntomas se comenzaron a manifestar a partir del momento en que Lanzer, mientras hacía el servicio militar, escuchó la descripción de un método de tortura de la boca de un superior que presentaba tendencias sádicas. Tal procedimiento consistía en la colocación de las nalgas en un recipiente lleno de ratas, que luego se irían introduciendo en el cuerpo del torturado a través de su ano. Al día siguiente, el superior le encomendó al joven la entrega de un paquete postal para pagarle el reembolso a un teniente. Y fue así que Lanzer imaginó, automáticamente, que la tortura sería aplicada a su novia y a su padre si él entregaba ese dinero.
Pero, ¿por qué habría de relacionar Lanzer la tortura con sus dos seres queridos? La palabra ratten (ratas) es homófona a raten (dinero) -quizás de ahí proviene la expresión del lunfardo "ser rata", en alusión a las personas tacañas-. El dinero que debía entregar fue relacionado con el dinero que recibiría como herencia en el caso de que su padre muriera, suma que le permitiría casarse con su novia. De ahí que el paciente deseara la muerte de su padre y, al experimentar sentimientos de culpa por eso, tuviera tendencias suicidas, como el protagonista del cuento cortazariano, que evidentemente también padecía neurosis obsesiva.
Además, Ernst Lanzer -nombre cuyas letras, al ser combinadas, forman, curiosamente, la palabra raten- había deseado numerosas veces arrojarse de precipicios por cierta hostilidad reprimida hacia su novia, a quien le habían extirpado los ovarios y no podía tener hijos.
El análisis de un caso de neurosis obsesiva y No se culpe a nadie tienen muchos puntos en común: ambos hablan de suicidio, de precipicios, de neurosis obsesiva, de una mujer, de casamientos. De ratas. Quién hubiera pensado que estos temas enlazarían a Sigmund Freud -encargado de establecer relaciones entre pensamientos inconexos, alucinaciones y sueños con los hechos de la vida real de las personas- con Julio Cortazar, quien hacía todo lo contrario: convertía hechos de la vida cotidiana en cuentos fantásticos.

Por Laura Spiner

lunes, 19 de abril de 2010

El almohadón de plumas, de Horacio Quiroga

Cuento elegido de la semana

"Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer". (Para seguir leyendo, presioná aquí).

Crónica: Una tarde en el Fernández


La muerte de Alicia fue pura y llanamente por negligencia médica. Cualquier doctor que se precie de tal habría observado su condición e inmediatamente la habría derivado al hospital. Quizá si hubiese consultado con su colega. Quizá Alicia hubiese terminado en el Hospital Juan A. Fernández. Y quizá se hubiese salvado.
Es un domingo tranquilo en Barrio Norte. De esos que, gracias al cambio climático, son cada vez más comunes: una otoñal primavera, en donde el sol parece confundir el calendario y acaricia con insistencia la piel. La entrada del Fernández (la principal, en la calle Cerviño, entre Bulnes y Silvio L. Ruggieri), es una explanada amplia, con una escalinata ancha y con bancos de cemento al pie de ésta, ocupados por numerosas familias, visiblemente humildes, que tomaban mate, fumaban y esperaban, (en silencio a pesar de los innumerables niños con los que habían venido al hospital), junto al puesto de panchos que se alza al costado, dentro del área del hospital. Las palomas picoteaban las colillas y restos de comidas que eran arrojados con indiferencia al suelo, por más que a pocos metros se alzaban, imponentes, dos cestos de basura.
La entrada a la guardia del hospital es el único acceso habilitado los domingos. Casi como escondida, las puertas de la guardia están abajo, al costado de la principal, hundida como una ingle en el cuerpo humano del edificio. La aparente calma de la guardia es, precisamente, aparente. Cualquier persona con alguna urgencia tiene que pasar por admisiones, en donde se las verá con Marina, una porteña de tez oscura y anteojos que hace cinco años vive en Córdoba, por lo que todos los sábados viaja desde esa provincia hacia su natal Buenos Aires. Pasado el primer obstáculo, la aparente calma mencionada anteriormente desaparece: gente esperando por ser atendida, otras siendo atendidas, personas compartiendo consultorios debido a la gran demanda médica y al poco personal.
El hospital por dentro es impecable, contrastando con la entrada. Al costado de admisiones se encuentra el quirofanito, como le dicen ahí. Un quirófano pequeño en donde se atienden, más que nada, heridos de bala o acuchillados, que los hay por miles. La gran mayoría de los pacientes del Fernández viene de la Villa 31 y zonas periféricas, por lo que el hospital, además de ser especialista en traumatología y enfermos agudos, abrió hace relativamente poco, un departamento toxicológico: “la cantidad de chicos que vienen dados vuelta por el paco es impresionante”, lamenta Adriana Sala, una de las siete asistentes sociales que trabajan en la guardia. “La vida acá es a demanda”, completa.
Pasando el quirofanito se encuentran los consultorios médicos, y siguiendo hacia la izquierda, la sección de emérgento, donde derivan los casos más graves. A pesar de la cantidad de gente que se encuentra en el hospital, parece ser un día tranquilo. No hay gritos ni corridas. Las personas que esperan ser atendidas parecen haber adoptado el famoso pedido de “silencio, hospital”, como un dogma, y esperan en silencio. Pero, indefectiblemente, el orden es alcanzado por el caos. Un grito; seco, agudo, inteligiblemente de mujer, es suficiente para que el caos prenda una mecha. Una chica, joven, de unos 15 o 16 años, acompañaba en medio de sollozos a un hombre en una camilla, aparentemente herido de bala. Más tarde, una de las toxicólogas, Micaela Montenegro, confirmó que el baleado, además, era adicto al paco. “Es muy común acá. Siempre traen paqueros. Paqueros y psicóticos. Está lleno de las dos cosas.”
La cantidad de esquizofrénicos con los que lidia el Fernández por día es casi estadístico. “Hay días que la guardia parece casi un hospital psiquiátrico”, señala la asistente social Sal. Y el paco es un estimulante importante para la locura. Es normal que las grandes ciudades alberguen una gruesa cantidad de desequilibrados mentales, (acentuada por la soledad, la gran aliada de la locura), sin embargo, la jugada del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, inundó la ciudad de gente que necesita ser tratada. “Desde que Macri dijo que haría al Borda y al Moyano hospitales a puertas abiertas, sacaron a más de 2.500 internos que hoy viven en situación de calle”, se queja Sal.
El caos y la agitación pasaron con la misma violencia con la que estalló. En segundos el herido de bala fue enviado a emérgento, perdiendo protagonismo; volviéndose una cara más, borrosa, de las miles que pasan por un hospital en un día común de otoño primaveral.
Por Álvaro López Ithurbide

Reseña: House y el almohadón de plumas

“Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pesos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección”.

Con la desesperación que causa la angustia, y acentuada por la inoperancia de los médicos que no atinaban con la enfermedad de su mujer, Jordán intentó una medida desesperada: por seis años (o temporadas), más precisamente el 16 de noviembre de 2004, veía todos los jueves a las 21:00 la serie dramática Dr. House, sobre un médico que diagnosticaba y sacaba adelante las enfermedades y los casos más extraños e insólitos.
Jordán se acercó al cuarto de Alicia y la observó casi como escondido en el marco de la puerta. Alicia estaba postrada, como hace días. Seguía adelgazando, la piel, blanca y angelical como alguna vez tuvo, se le había vuelto ceniza. Jordán la miró de forma severa, la única forma con la que sabía mirar, pero no se movió de la puerta hasta que su mujer suspiró, dando señales de vida. Dejó a Alicia y fue a la cocina, donde en un frasco guardaban los ahorros. Y tuvo que pedir prestado para contratar los servicios del Dr. House.
Gregory House arribó a Buenos Aires una semana después, proveniente del hospital Princeton-Plainsboro de Nueva Jersey, donde trabaja todos los días. Alicia, milagrosamente, seguía con vida. Llegó junto al Dr. Robert Chase, la Dra. Remy Hadley (a quien le dicen Thirteen), y los doctores Eric Foreman y Chris Taub, que forman el equipo de diagnóstico que dirige el respetado doctor.
Igual a lo que Jordán ve por la televisión, House es una persona de una inteligencia filosa, pero solitario; dueño de una ironía y sarcasmo que, además de darle un aire de sofisticación, lo termina alejando de las personas. De personalidad huraña y neurótica, la mayor ironía de House parece ser su propia condición: su renguera e inseparable bastón (algo a lo que Jordán, sin embargo, no prestó inmediata atención debido a la prestancia con la que camina), es consecuencia de una herida que le genera dolor permanente, única condición médica que no puede curar.
Formaron un estudio en la sala de la casa de Jordán. House llamó al Dr. James Wilson, oncólogo, y su único amigo en el mundo, para descartar algún tipo de cáncer. Alicia cada vez estaba peor. Parecía muerta. Solo movía, muy de vez en cuando, su cabeza de lado a lado. House decidió que lo mejor era no moverla hasta que determinen el diagnóstico, diagnóstico que, a pesar del esfuerzo del equipo -y aquí se encuentra la segunda gran ironía ya que House, que se muestra tan suficiente y pagado de sí mismo, necesita un contrapunto profesional, como son Chase, Thirteen, Foreman y Taub, para formar un análisis- no conseguían encontrar.
El Dr. Chase, un rubio australiano que, quizá, es el más humano del equipo (junto con Wilson), le comentó a Jordán por Juan José Campanella, el director argentino ganador del Oscar por El secreto de sus ojos, y que dirigió varios emisiones del programa, quizá, para que Jordán desviara su atención de su mujer y se relajara. El marido de Alicia, sin embargo, no modificó el gesto adusto y estructurado con el que se manejó toda su vida.
-Si, lo sé. Cambian mucho de director
- Si. David Shore, el que tuvo la idea de filmar la vida de House, así lo prefiere.
- House es como un Sherlock Holmes médico, siguió Chase. Hasta lo tiene a Wilson como a su Watson. Y su problema es que sabe que es indispensable en el hospital y que es más inteligente que el resto, por eso se sale tanto del libreto, de las reglas. Aunque la verdad que creo que el show duró tanto y se remite a tantos países (266 para ser exactos), por la personalidad de House…Porque, a decir verdad, siempre pasa lo mismo: aparece un caso imposible, y siempre lo resolvemos… como el de su mujer ahora.
Alicia murió, por fin, una tarde de otoño. El inexpresivo House soltó un “lo siento mucho”. El inexpresivo Jordán, asintió con la cabeza. Thirteen y Foreman fueron a mover el cuerpo, pero cuando quisieron cambiar la almohada, ésta estaba demasiado pesada. La llevaron a la sala, sobre la mesa del comedor, House cortó la funda y la envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la Thirteen dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós: —sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa, que le había succionado a Alicia toda la sangre, hasta secarla como una hoja.

Dr. House. Sexta temporada. Los jueves a las 21:00 por Universal. Con Hugh Laurie, Jesse Spencer, Olivia Wilde, Omar Epps, Peter Jacobson, Lisa Edelstein y Robert Sean Leonard.
Por Álvaro Ithurbide

Gripe A H1N1, ¿realidad o negocio?



"No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca".


Video extraído de YouTube

martes, 6 de abril de 2010

Emma Zunz, de Jorge Luis Borges

Cuento elegido de la semana

"El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal, halló en el fondo del zaguán una carta, fechada en el Brasil, por la que supo que su padre había muerto. La engañaron, a primera vista, el sello y el sobre; luego, la inquietó la letra desconocida..." (Para seguir cliqueá aquí)

Opinión: Ataques "de", no "a" la Iglesia

El señor Loewenthal (...) abusó de mí, lo maté... La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.

En tanto que el plan de demostrar que había sido violada por quien causara la muerte de su padre le salió bien a Emma Zunz, a la Iglesia no le está yendo tan maravillosamente al realizar la operación inversa: ocultar los numerosos abusos sexuales perpetrados por unos cuantos de sus miembros.


Mientras que una ola de acusaciones se inició en Irlanda y fue extendiéndose hasta Alemania, Austria, Estados Unidos, Brasil y Chile, entre otros; la "sagrada" institución se preocupa por tildarlas de "complot contra el Papa" o de "ataques a la Iglesia". A esta altura queda suficientemente claro que tales denuncias no se corresponden con una mera propaganda anti-clerical o anti-papal; los abusos, en efecto, ocurrieron y no sólo ahora: las violaciones vinculadas con miembros de la Iglesia ya prácticamente se han convertido en un cliché debido al cuantioso número de casos que emergieron a la superficie del conocimiento público a lo largo de la historia. Lo que hace la Iglesia con tales acusaciones es mostrarlas como agravios en su contra y, prolijamente, abandonar su natural papel de victimario para jugar el rol mucho más cómodo de víctima.

Bajo el papado de Paulo VI, el Vaticano redactó y distribuyó en 1962 un documento titulado Crimens Sollicitationis, dirigido a "todos los Arzobispos, Obispos y otros Ordinarios locales". La carta instaba a sus destinatarios a mantener en secreto los casos de pederastia en los que estuvieran implicados otros curas, mientras que, quien incumpliera la orden, sería excomulgado a modo de castigo. En 2001, el actual Papa, Joseph Ratzinger, reformuló el documento para que fuera el Vaticano quien debiera decidir sobre el caso. Justamente, en esa época se habían denunciado numerosos casos de abusos sexuales a menores en Estados Unidos e Irlanda. Delitos que fueron apañados por la Iglesia mediante dicha carta, modificada a comienzos de este decenio por quien hace unos días manifestó sus disculpas a los afectados por los curas pederastas en Irlanda.

Y resulta curioso que, según una encuesta realizada en un país esencialmente católico como Estados Unidos, el 55 por ciento de quienes allí profesan la religión se mostraron convencidos de que Benedicto XVI subestimó los escándalos de curas pedófilos. Y esto seguramente se debe a la considerable cantidad de casos que llegaron al conocimiento público y fueron "cajoneados" por el actual Papa: el de dos curas de Arizona, el del padre Lawrence Murphy -quien abusó de más de 200 menores que le fueron confiados mientras dirigía una escuela para sordos en Milwaukee (Wisconsin), o el del reverendo Michael Teta en Tucson -quien fue mantenido en sus funciones gracias a Ratzinger, a pesar de los pedidos del obispo Manuel Moreno para que dejara su cargo-.

Y esos sólo fueron algunos casos en Estados Unidos mientras que, en el resto del mundo, comienzan a ser desenterrados varios sucesos que habían permanecido bajo tierra por años: el puntapié inicial fueron las denuncias por los abusos silenciados en Irlanda y las que implican, en Alemania, al hermano de Benedicto, Georg Ratzinger.

Mientras que la Iglesia siga tratando de mantenerse en su papel de víctima mediante declaraciones como la efectuada durante la misa del Viernes Santo por el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, en la que comparó los ataques al sumo pontífice con "lo peor del antisemitismo"; mientras se sigan mezclando peras con manzanas para justificar sus encubrimientos -es imposible comparar el desprecio inspirado por los fascismos de principios del siglo XX hacia una religión, por el mero de hecho de ser "diferente", con las denuncias más que justificadas a una institución que pareciera defender con uñas y dientes la pederastia-, y mientras sigan existiendo documentos como el denominado Crimens Sollicitationis, la impunidad de los abusadores seguirá firmemente en pie. Aunque el gran descrédito que últimamente está sufriendo la Iglesia es, quizás, el primer vestigio de un posible cambio.

Laura Spiner

Entre agujas y concreto

Entrevista a una trabajadora


Un 14 de enero de 1922, Emma Zunz de 19 años y con una clara ascendencia alemana, volvía de la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal. Un 6 de abril de 2010, Anastacia López, de 34 años y de nacionalidad paraguaya, terminaba su jornada laboral en la fábrica de indumentaria Perfecta Lew S.R.L. Paralelismos mediante, los tiempos cambian.

Perfecta Lew S.R.L. se ubica en la calle Moreno, entre Pichincha y Pasco, muy cerca del Shopping Spinetto, el primer y más olvidado centro comercial de la ciudad de Buenos Aires. Al frente se encuentra el local, donde venden desde sweters hasta pantalones; todo exclusivo para hombres. “Atrás, en el primer, segundo y tercer piso está la fábrica”, señala López. “Yo estoy en el primer piso, en el sector de terminación”, agrega.
La fábrica abre sus puertas a las 7:30, horario que Anastacia cubre hasta las 16:30, con un sueldo de 1.800 pesos por mes. “Si, el sueldo es poco”, reconoce resignada, “pero el horario me conviene porque salgo temprano y puedo estar con mis hijos y además estoy en blanco”. A su vez, Anastacia cuenta que la empresa les da el desayuno totalmente gratuito y que contrató a una cocinera que cobra 4 pesos la porción, aunque los obligan a comer en 20 minutos.
Los tiempos cambian. En los años 20 de Emma Zunz, la mujer no podía votar, estaba socialmente sometida al hombre y las mujeres trabajadoras eran más explotadas que sus pares del sexo opuesto. “Ellos cobran hasta dos veces más que las mujeres en la fábrica y encima no hacen un trabajo tan pesado como el de costurera, se llevan la mejor parte. Hay mucha explotación”, sentencia indignada. Los tiempos cambian. Aunque a veces no tanto.
Álvaro López Ithurbide

Cortometraje de Emma Zunz