lunes, 14 de junio de 2010

Hipócritas, mentirosos y ladrones.

Eppur si muove. El sábado 12 de junio, mientras la Argentina vencía 1 a 0 a Nigeria en su debut mundialista, el Papa Benedicto XVI realizaba en Roma un histórico mea culpa en donde pedía perdón a las víctimas que fueron abusadas sexualmente por miembros de la Iglesia Católica. El Sumo Pontífice prometió “hacer todo lo posible para que semejante abuso no vuelva a suceder jamás”.
Eppur si muove. En el año 1633 la Santa Inquisición condenaba y procesaba al astrónomo italiano Galileo Galilei por, entre otras cosas, comprobar empíricamente la teoría heliocéntrica -formulada por el polaco Nicolás Copérnico casi un siglo antes-, que se oponía a la teoría geocéntrica de la Iglesia, y, por ende, marcaba un quiebre en el paradigma ciencia-religión.
Eppur si muove (y sin embargo se mueve), se dice, (falsamente), que Galileo espetó luego de ser procesado por la Inquisición. La Tierra, a pesar de la censura, seguía moviéndose alrededor del Sol. Un siglo más tarde, el entonces Papa Benedicto XIV, (no es coincidencia con el actual), autorizaba las obras sobre la teoría heliocéntrica, cuando ya era indefendible la teoría de que la Tierra era el centro del universo. Tarde como siempre, la Iglesia Católica de hoy, bajo el reinado de otro Benedicto, reconoció los abusos sexuales cuando las acusaciones por pedofilia llegaban hasta el mismísimo Sumo Pontífice. Antes del perdón del venerable líder religioso católico, los casos de abuso sexual para la Iglesia eran simples desviaciones. Y antes de eso, ni siquiera se los atendía. Pero a pesar de la mirada al costado, los abusos, como la rotación terrestre, existieron. Eppur si muove
La influencia del Vaticano no es la misma que en la época de la Santa Inquisición. Mejor dicho. Hoy por hoy, el Vaticano influencia, manipula. La Iglesia en la Edad Antigua y Moderna, ordenaba y decidía. En el siglo XIX, son muchos los que ordenan y deciden. Desde la ONU, Estados Unidos o China, hasta la FIFA, que en junio de 2010, se convirtió la máxima autoridad del planeta gracias al Mundial que se está jugando en Sudáfrica. Y mientras los ojos del mundo están posados en el continente más olvidado de la historia, el Sumo Pontífice, con sabiduría pícara, decidió hacer ese histórico mea culpa mencionado anteriormente. Fue aplaudido por un público de 15.000 fervorosos sacerdotes.
¿Se puede esperar algún cambio en la máxima autoridad religiosa? ¿Puede, un Papa alemán al que se lo vincula con el nazismo, que está abiertamente en contra de la homosexualidad y del uso del preservativo, estar turbado y pedir perdón? ¿Puede, un Sumo Pontífice que viene del Opus Dei, la rama más conservadora –y rica- del cristianismo, sentirse genuinamente conmovido? Puede. Puede estar conmovido y arrepentido en nombre de la Iglesia. Sin embargo… ¿Es creíble ese arrepentimiento? Definitivamente no.
La pérdida de credibilidad de la Iglesia Católica, y por ende, su posicionamiento como faro que “guía a la humanidad”, es parte de una mirada obsoleta y conservadora del mundo que no cambió en sus 2.000 años de vida. Y mientras las máximas autoridades religiosas sigan mirando a la humanidad con los mismos ojos que en el Siglo XV, el mundo, como comprobó Galileo Galilei, se mueve, con o sin la anuencia del Vaticano. Eppur si muove.



Por Álvaro Ithurbide

2 comentarios:

  1. Muy interesante la verdad. Como de costumbre, un muy buen trabajo Álvaro. Me gustó mucho (y)

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  2. Me encantó che!
    Sigo acá estudiando...podrida, realmente.

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