martes, 6 de abril de 2010

Entre agujas y concreto

Entrevista a una trabajadora


Un 14 de enero de 1922, Emma Zunz de 19 años y con una clara ascendencia alemana, volvía de la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal. Un 6 de abril de 2010, Anastacia López, de 34 años y de nacionalidad paraguaya, terminaba su jornada laboral en la fábrica de indumentaria Perfecta Lew S.R.L. Paralelismos mediante, los tiempos cambian.

Perfecta Lew S.R.L. se ubica en la calle Moreno, entre Pichincha y Pasco, muy cerca del Shopping Spinetto, el primer y más olvidado centro comercial de la ciudad de Buenos Aires. Al frente se encuentra el local, donde venden desde sweters hasta pantalones; todo exclusivo para hombres. “Atrás, en el primer, segundo y tercer piso está la fábrica”, señala López. “Yo estoy en el primer piso, en el sector de terminación”, agrega.
La fábrica abre sus puertas a las 7:30, horario que Anastacia cubre hasta las 16:30, con un sueldo de 1.800 pesos por mes. “Si, el sueldo es poco”, reconoce resignada, “pero el horario me conviene porque salgo temprano y puedo estar con mis hijos y además estoy en blanco”. A su vez, Anastacia cuenta que la empresa les da el desayuno totalmente gratuito y que contrató a una cocinera que cobra 4 pesos la porción, aunque los obligan a comer en 20 minutos.
Los tiempos cambian. En los años 20 de Emma Zunz, la mujer no podía votar, estaba socialmente sometida al hombre y las mujeres trabajadoras eran más explotadas que sus pares del sexo opuesto. “Ellos cobran hasta dos veces más que las mujeres en la fábrica y encima no hacen un trabajo tan pesado como el de costurera, se llevan la mejor parte. Hay mucha explotación”, sentencia indignada. Los tiempos cambian. Aunque a veces no tanto.
Álvaro López Ithurbide

No hay comentarios:

Publicar un comentario