domingo, 30 de mayo de 2010

Arterias porteñas, por Laura Spiner


"El encuentro de todos los viernes por la mañana había llegado. El lugar de citación era siempre el mismo, ya por costumbre, ya porque debía ser allí.
El horario de salida de mi casa también era minuciosamente respetado: a las 9:12 a.m. empezaba mi aventura cotidiana con la búsqueda de las llaves, las cuales me rehusaba a colgar en los ganchitos del souvenir de madera traído por mis tíos de Pinamar, ya por capricho, ya por el seductor desafío que implicaba encontrarlas todos los días en un sitio distinto." (Para seguir leyendo, pulsá aquí.)

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